miércoles, 19 de octubre de 2011

Mañana, Ana.



¡Las histéricas somos lo máximo!
Extraviadas, voyeristas, seductoras, compulsivas,
finas divas arrojadas al diván de Freud y de Lacan
¡Ay, Segismundo, cuánta vanidad!
¿Infantiloide y malsano el orgasmo clitoriano?
¡Ay, Segismundo, cuánta vaginalidad!
El orgasmo clitoriano,
se te escapa de la mano.
¡Ay, Segismundo, de tan macho ya no encaja!
No me digas que el placer es pura paja.
Por lo demás, correspondo a tus teorías;
estoy llena de manías, sueños, fobias y obsesiones.
Sólo tu envidia del pene y el diván de tus eunucos
administra mis pulsiones compulsivas.
¡Cómo me duele este mundo, Segismundo!
La parálisis, la envidia, la neurosis nos gobierna.
¡Cómo me duelen los pobres, cómo jode la miseria,
' ora si que lo de menos es la histeria!
¡Las histéricas somos lo máximo!
Solidarias, fabulosas, planetarias, amorosas
super-egos moderados, cunnilinguos para todas a placer...
¡Ay, Segismundo, cuánta vanidad!
¿Infantiloide y malsano el orgasmo clitoriano?
¡Ay, Segismundo, cuánta vaginalidad!
El orgasmo clitoriano, se te escapa de la mano.
¡Ay, Segismundo, de tan macho ya no se,
si poner punto final, o ponerle punto G.



(Liliana Felipe)