domingo, 21 de febrero de 2010

Que de mirlos se trate la historia


Pidió él a sus tres hijos que su última voluntad se cumpla al pie de su puño.
Así, con la nota en sus manos y la despedida en sus gestos, se consumió el final.
Había muerto el hombre más rudo del pueblo, el marido más leal, el hijo más austero, el trabajador más digno, el padre más sereno.
Decía, (parafrase)
Tres campos he cultivado
aunque mi tierra sea una
tres árboles he regado
aunque mi semilla era una
tres estrellas he contemplado
aunque la dirección haya sido una
tres toneles he llenado
aunque mi jarra fue única
tres amores he sentido,
cuando el corazón dijo ser uno...
Creí tener tres motivos para quedarme, pero tuve uno que bastó para irme...

Denme tres campos, bajo tres estrellas y planten ahí tres árboles que me custodien, llenen cada tres noches, tres toneles con agua del río más cercano,
y ahí me concontrarán, cultivando las estrellas, bebiendo los campos, llenando los árboles y custodiando al río,
me encontrarán ahí, amando tres motivos para volver.
Y si no encuentro paz en la unidad,
supongo, la hallaré en el unísono.