Tus lunares no existen, uno por uno, no existen,
no tienen caso, han desaparecido,
o fugaron hacia puntos que no aparecen en tu cara ni en tu pecho ni en tu espalda.
Como un exilio voluntario quizás, como una retirada cabizbaja,
no lo se.
Pero ya no están cerca, ya no cercan nada, no encierran ningún recorrido,
ningún dedo mío puede unir tus lunares, porque no dejaron rastro.
/Tengo un río más profundo que tu preocupación durante la espera,
y te tiembla entrecortado el pulso,
hoy ratifico la distancia,
en la huída de las manchas en tus brazos/
Gracias por las dudas, gracias, por las dudas.