miércoles, 28 de noviembre de 2007

Episodio.


Pensé en Talita, en Oliveira, y lo mal que la pasaron todos.
Pensé en mi, en no haber encontrado lo que buscaba, ese tipo de cosas.
El espejo que tan mal ubicado está,
y en que ella se pinta de todos los colores con que yo, con que yo sueño.
Y esperas de mí, y yo no puedo ni hablar,
y yo así no soy yo, como todos, querés que sea vos.
También en el colectivo, y en pasar por la esquina del supermercado,
un amigo sabe por mi boca a que me referia, ¡que recuerdo idiota!. Pero que mal recuerdo.
Recorde la escalera, y recorde que subimos juntas, me hace tan bien tu aroma a vainilla, y me río, porque soy dichosa de no ser alérgica.
De fumar, y reir, de lo que viene, se que va a ser mejor.
Lejos estoy de estar mal.

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Exacto -dijo Oliveira- . En realidad. De modo que podemos volver a lo que decía antes. La diferencia entre Manú y yo es que somos casi iguales. En esa proporción, la diferencia es como un cataclismo inminente. ¿Somos amigos? Sí, claro, pero a mí no me sorprendería nada que... Fijate que desde que nos conocemos, te lo puedo decir porque vos ya lo sabés, no hacemos más que lastimarnos. A él no le gusta que yo sea como soy, apenas me pongo a enderezar unos clavos ya ves el lío que arma, y te embarca de paso a vos. Pero a él no le gusta que yo sea como soy porque en realidad muchas de las cosas que a mí se me ocurren, muchas de las cosas que hago, es como si se las escamoteara delante de las narices. Antes de que él las piense, zás, ya están. Bang, bang, se asoma a la ventana y yo estoy enderezando los clavos.





La diferencia entre vos y yo es que somos casi iguales.