El otro mundo, sin embargo, comenzaba en medio de nuestra propia casa y era
totalmente diferente: olía de otra manera, hablaba de otra manera, prometía y exigía
otras cosas.
Hoy no te voy a mandar un mensaje de buenos días, pero voy a pensarte hasta la noche. Gracias por todas las pala-bras, sos una de las caras del amor, vos, hermoso y gigante, suspiro y pienso en ver tus pestañas al nuevo sol de la nueva primavera.