lunes, 18 de julio de 2011


Diego estaba en la computadora, buscaba algo inteligente que lo saque del apuro para contestarle la pregunta a Luciana, que recortaba una revista para hacerle un colorido collage a Tamara, que nos hacía reír imitando a un chino al teléfono que poco manejaba nuestro español que ni siquiera es de España; mientras que Fiorela, tejía casi concentrada un gorro para Nayla, a sabiendas de que iba a perderlo en la próxima fiesta.
Y yo nos miraba querernos tanto que decidí llorarnos toda la noche para entender todas las razones por las cuales el amor nos atravesaba como si fuéramos cuentitas de un collar, un complemento muy hermoso y desprolijo.