sábado, 19 de diciembre de 2009

Filos afilados.

Mi curiosidad fue siempre arrebatada y siempre lo será.
No se en qué medida esto es bueno o malo,
pero no puedo no permitirlo,
en mi las inquietudes toman esa forma,
desprolijas, fervorosas, las dudas pasionales.
Quizás lo difícil es saldar esa necesidad urgente de saber no provisoriamente, es lograr tomar el nuevo conocimiento, fijarlo.
Y es difícil porque es múltiple,
hoy quiero saber de todo, absolutamente todo, y no se por dónde empezar,
estoy desincronizada, afuera de mi casa, afuera del sábado a las 22:17, afuera del cuarto pintado de un verde que supe odiar y hoy está fuera, porque estoy en el lapso de lo inmutable,
solo necesito saber, saberlo todo.
No se si empezar por la física cuántica, la literatura medieva o el troskoleninismo, me acuerdo de los baldesitos y mi gesto de atrapar los rayitos de sol, pero luz, luz de conocimiento tan potente, necesito reiniciarte.
Organizarme, pero no, No no no y no. Si la palabra orden no me gusta, no me gusta,
yo quiero esos calificativos para mis inquietudes,
las quiero así, las quiero crudas, fuertes, molestas, eso...
quiero que mis dudas me molesten, me hagan sentir mal,
me hagan sentir la ignorancia, la culpa por la ignorancia, la mediocridad, todo lo que está dentro, DENTRO.
Me quiero ver desesperada preguntando, leyendo cientos de palabras por minuto e ir asintiendo con la cabeza,
y quiero que con el suspiro del entendimiento no se escape lo aprendido, si no que despierte otro interrogante que promueva la búsqueda eterna.
Etimológicamente digo no quiero perder este "amor al saber", no quiero perder el adentro en el lío de afuera.