Era un La Mayor en el cuarto amarillo, me resonaba en los oídos todas las noches mientras trataba de conciliar el sueño,
yo tenía un La Menor que se parecía bastante,
pero cualquiera con un buen oído musical hubiese podido distinguir que ambas notas decían lo mismo, igualito, igualitas,
un poquito más agudo o más grave iban buscando encontrarse.
A veces se perdían, se iban lejos y no afinaban,
pero el La Mayor sabía traer al Sol para que LAs acompañe, entonces La Menor dejaba de gritar Mi, Mi, Mi!, y se calmaba un rato dejándose llevar por la melodía.
Quizás en el medio de la sonata a veces se acoplaban por gustar de los amplificadores, pero cuando al fin se iba el ruido, shhhh... ¡qué bonito suenan!
Fa, ¡cómo se van los meses!, dentro de poco van a tener que atravesar más paredes y calles, frenar en los semáforos, doblar en las esquinas,
me pregunto si sabrán encontrarse a mitad de camino todas las noches de la misma manera.
El La Menor se extenderá para no cruzar fuera de escala, no hallarán puentes, nada complicado, que suene limpio, que suene sencillo y fácil de recordar,
así nos podríamos pasar el día tarareando y a la hora de sentarse a tocar, bueno...
serían dos ríos desembocando en un mismo mar.
Do/S-ostenido,
sostenidas del mismo pentagrama se aferran,
porque son cinco, son cinco cordeles firmes,
paralelos a la misma dirección.
Van juntos por separado, van juntos...
y quienes chocarán por momentos serán las notas,
después de todo, cada una se apoya sobre su línea o se acurruca en su espacio.
Lo que no se permite es el silencio.
Sea como sea, si a destiempo o a ritmo, es importante que cada figura guarde su silencio para ella misma.
No queremos desentonar.
Y además, es cuestión de aprovechar nuestros sonidos sabiamente para llegar a la armonía.
Si be mol,
un
Si,
eso era un La Mayor, llegaba soplando por debajo de mi puerta ...
Era un La Mayor en el cuarto amarillo, era La ... Amarilla, Flor.
Amarilla Flor.