Y no de costado, ni golpeando nuestras espaldas mutuamente, el abrazo a secas de humedad.
Bueno, quizás oculte algunos reproches enrarecidos ... pero nadie puede negar que siempre ha sido, que todas las veces ha sido, y que se recordará de tanto en tanto,
como el abrazo.
Tal vez, oculte también ese no,
el rotundo, claro, NO,
que de ser explícito se me clavaría en el pecho como desterrando a todas las cosas que empiezan y terminan en el crucifijo que forman tus brazos acá atrás.
Dejaría ver así, un saco de cristales partidos, enfrentándose al mismísimo temor a astillar tus dedos,
que ahora me encierran los puños como dando consuelo para que todo se recicle en mi voluntad de lucha.
Yo no quiero ser tu amenaza, ni pelear por nada, por eso siempre me escudo recordándote que yo también soy amada, soy tan bien amada.
O bien, puede salir de la nada.
¿existirán los abrazos llenos de vacío? Realmente, ¿de qué nada se carga esa no-expresión supuesta?
No me condenes por ironía pero...
O el abrazo fraternal...
que en este caso sería el abrazo sin recuerdos, por eso tiende a la improbabilidad,
no es como un abrazo ya moldeado que encuentra rápidamente las sendas por dónde se desembocó anteriormente y vuelve a soltarse,
¿dónde se vio lo del abrazo sin reminiscencias?
¡¿A qué nada se remite tu gesto ahora?!
Mirá que hay cientos de maneras de jugar a la confianza, pero el abrazo,
el abrazo no,
el abrazo es cruel. Siempre es cruel,
y es cruel porque es abrazo y no sabe ser otra cosa más que abrazo,
entonces juguemos con besos, con codazos, con chistes en susurros, con guiños, pero los abrazos son espadas, ¿entendés?
Son reiteradas espadas cruzándose en mis espaldas, en todas las formas de mi espalda, en mi espalda encogiéndose, en mi espalda estirada que pretende alcanzarte, todas ellas, todas espadas y todas espaldas.
Este acuerdo solo estará en mi imaginación, pero será un estatuto provisional,
suprimamos el juego. Desde hoy, suprimamos el juego.
Esa adulación mutua ante cualquier pseudo-genialidad,tendrá que pasar al olvido,
no quiero un pedestal y vos no necesitas que nadie te enaltezca.
Santo a secas de humedad.
Me privo de lo que no contempla una respuesta justa a una pregunta digna de ser formulada,
me privo del abrazo, porque el abrazo no me dice por qué es un abrazo y no es un golpe, o una mirada de reojo, o un portazo.
Si no lo gestás, no lo voy a recibir, es simple, no despegues los brazos del torso y nos aseguramos de dos cosas,
que no vuelques la nada en un gesto que se pueda interpretar como el todo,
y que no vueles a otra espalda para aterrizar del mismo modo.