miércoles, 28 de octubre de 2009

La guerra que se acerca, estallará....



Falló el instinto de fugar los extremos constantemente y se quebró ante la ausencia de esas estrategias.

Lo plateado, era obsceno y la noche no le dejó nada.
Pudiera percibir otras cosas en este momento, pero me quedo con lo brusco de las respuestas. Ironía de ocultar.
Tan brillantes los puñales que bloquean de blanquear toda la visión.
De todas maneras te vi en el pecho un ejército cansado, un montón de trincheras saboteadas por mis bombardeos tan precisos,
y me vi pobre, con mil calles vacías, con deudas y quizás enemigos.
Y todos siguen a un loco, pero son miles de locos,
¿sabés qué? No se qué fue pasando en todas las batallas.
¿sabés qué? Tal vez el sarcasmo te inunde todos los huecos de ese campo minado que no para de latir, pero el agua no será felicidad, si no melancolía muda.
Pensaré si yo fui la loca y vos los miles de locos o si solo queríamos ver cómo funcionaban nuestras armas nucleares.
Mi propósito no era controlar tus recursos humanos, solo quería contar con ellos. Contarlos.
Enumerarlos al nombrarte, ese tipo de cosas.
Mi bunker no fue derrumbado, yo me seguiré refugiando tras el mismo escudo y voy a llorar a tus muertos pero no a los míos.
Los voy a cremar
y esparciré las cenizas en mis tierras, que ya no son fértiles, que ya no son fecundas, para que con la lluvia se enriquezca ese suelo y sea nuestro techo por lo menos una tarde más.
Para que nos ampare de la caída libre de aviones camuflados entre nubes densas, vapores de pantanos.
Pero acá estoy de nuevo mandando submarinos ilegales a tus costas que pasarán inadvertidos.
Hasta que por fin te des cuenta que todos los castillos que taparon los huecos de tus tristezas fueron financiados por el oro que viaja hoy por las aguas que separan nuestros tan lejanos continentes.








(mañana lunes por la tarde y tu en el cine sin saber quién es el malo mientras la ciudad se llena de árboles que arden, y el cielo empieza a envejecer)