Pensaba justamente en vos, y ahí la vi, la grieta en el techo de mi habitación.
La acumulación de excusas se redujo hasta desaparecer, me quedé sin voz.
Era una profunda grieta, pero al contemplarla el último sentimiento hubiese sido la desolación.
La grieta me respetaba, estaba calculando el momento en que todo ese amor iba a lograr que el cielo raso se derrumbe en mi cabeza.
El agua estalló en mis ojos que miraban expectantes hacia arriba, una catarata de razones desplazando a los pretextos, todo el peso de tus buenas acciones fluía ahora.
Mi corazón-esponja abriendo los ojos y los ladrillos de la terraza suaves como plumas al caer en mis hombros , mis hombros que ya no estaban encogidos si no que te recibían entre las sábanas mojadas.
En el río yo entendí que no me duele el cuerpo, ni me pesa tu presencia, ni me altera mi falso ego, ni me destruye tu forma de caminar.
A mi me acompañan tus pasos, me motiva tu gota-a-gota,
me endulza tu respeto hacia el río en la terraza que forma la grita que surca mi techo que estalla en mis ojos que toleran el agua que genera energía hidráulica que mueve mis piernas que activan mi marcha que rige mis días que siguen al tiempo, que me hace crecer...
ESTA VEZ ...