Supongo que ya es la hora de reconectarme con el reflejo más gris de mi persona. Siendo conciente que últimamente todo lo que sale de mi se reduce a tonos azulados fríos y hostiles.
Mi incapacidad de escribir por momentos, la fluidez de las palabras que la conllevan, es un proceso menos simple de lo que todos imaginan.
Tanto como la duración de uno de esos calambres que al rozar el piso hacen que sientas un colchón de resortes bajo tus pies, y estos como hierro tensado tratando de alcanzarlo.
Nada es tan complejo como esto, ni siquiera mis intentos de complejizar absolutamente todo, y es que solo desde ese lugar encuentro mi comodidad, desde el lugar detrás de todas las cosas, desde las extrañas similitudes, las diferencias inminentes, mis irrisorios comportamientos, mis intentos por cambiarte.
Y después de todo soy yo la que tiene tanto por aprender.
De lo simple, de lo cotideano, de lo que hace feliz a muchos.
Tan solo que, no creo que yo encuentre en ello eso que precisamente no tiene definición alguna, porque ni siquiera un vasto lenguaje lo abarca.
Y consigo el acceso directo a aquellas cosas, pero al tenerlas tan cerca las rechazo. No sabría como explicarte que las distancias me emocionan tanto, me estimulan, me acomplejan; y ahí viene el suspiro, en la búsqueda de la táctica exacta, certera, perfecta, ese plan tan bien trazado para acercarte de alguna manera muy particular.
Y rezo para que nadie me robe estas palabras, por favor entiendan que son muy mías, aunque públicamente quiera gritarlas, salen de principios muy personales.
Y si confusamente alguien las arrancara y publicara en otro espacio con otro contexto, otro color, otra forma; sería un cataclismo, perderían en absoluto toda la sinceridad y sentido que cargo en ellas.
Solo dejen a estas palabras acá, este es su lugar, yo se que puedo cuidarlas a pesar de ser tan irracionalmente irresponsable por momentos, siempre me haré cargo de ellas.
Como reconozco tantas cosas, mis miedos forman parte de eso. ¿ Pero para qué nombrarlos? Con eso no bastaría. Yo propongo algo mucho más adaptable a mis maneras, solo evadir.
Ahora entiendo, solo se trata de encontrar esa palabra introductoria que hace que simplemente las demás la sigan como el trazo de una línea que imagino muy adentro mío, y así es, como lo fue en esta oración la palabra ahora, la precursora, la desencadenante de un intento de explicación dentro de un todo mismo, como un cuadro dentro de otro cuadro, una oración que se explica a sí misma y por sí sola.
Lo genial, es que vos también lo estás entendiendo, con todo el esfuerzo o no que te puede llevar, y recurriendo a tus competencias, y supongamos que un poco a lo que conoces de mí.
Si compredés la verdadera profundidad de todo esto es porque sos una de mis personas preferidas.
Sabiendo que ese es un lugar no muy sencillo de ocupar, te pido que te hagas cargo del mismo.
No es que me guste designar posiciones, pero si ganaste esta tan particular, no soy la única culpable.
Después de todo, nos debemos parecer bastante. Tanto vos como yo, reconocemos nuestra rara conexión.
De repente se van, escapan de mi todos los conceptos y asimilaciones y se evaporan un montón de palabras que querían salir. Creo tener ganas de insultar, en qué perdí mi inspiración?!, si tan solo lo supiese, eso que no voy a admitir. Una cuestión de orgullo y subestimación y mi maldito ego, por supuesto, algo tan difícil de comprender en alguien que se odia de la manera que yo odio todo lo que evoca a mi persona. ¿ Y cómo es eso? Teniendo yo mi autoestima tan vilmente pisoteada aún conservo un algo sin nombre que me hace pensar que estoy (estamos) en la cima, mirando a los demás un tanto espantadas, como queriendo disminuirlos por su simpleza.
Cuando en realidad un poco de envidia causa, su modo tan natural de concebir un mundo, un mundo tan laberinto, poco propio e infinito.
Gracias por ser mi persona preferida.
( A unas pocas personas cuyos nombres se reemplazan por el pronombre ella, pero en mayúscula, esto es, finalmente, para ELLA.)